Huyen heridas por el amanecer, laten sobre las aguas y su blancura se abre en ti: avefrías. Viajan de lo visible a lo invisible. Ya sólo hay invierno en las ramas inmóviles.
Leer más »El vino era azul en el acero
El vino era azul en el acero (ah lucidez del viernes) y dentro de sus ojos. Suavemente, distinguia las causas infecciosas: grandes flores inmóviles y la lubricidad, la cinta negra en el silencio de las serpientes.
Leer más »Amor que duras en mis labios
Amor que duras en mis labios: Hay una miel sin esperanza bajo las hélices y las sombras de las grandes mujeres y en la agonía del verano baja como mercurio hasta la llaga azul del corazón. Amor que duras: llora entre mis piernas, come la miel sin esperanza.
Leer más »AÚN
AÚN Hubo un tiempo en que mis únicas pasiones eran la pobreza y la lluvia. Ahora siento la pureza de los límites y mi pasión no existiría si dijese su nombre.
Leer más »Ha venido tu lengua; está en mi boca como una fruta en la melancolía
Ha venido tu lengua; está en mi boca como una fruta en la melancolía. Ten piedad en mi boca: liba, lame, amor mío, la sombra.
Leer más »Alguien ha entrado en la memoria blanca, en la inmovilidad del corazón
Alguien ha entrado en la memoria blanca, en la inmovilidad del corazón. Veo una luz debajo de la niebla y la dulzura del error me hace cerrar los ojos. Es la ebriedad de la melancolía; como acercar el rostro a una rosa enferma, indecisa entre el perfume y la muerte.
Leer más »Llegan los animales del silencio
Llegan los animales del silencio, pero debajo de tu piel arde la amapola amarilla, la flor del mar ante los muros calcinados por el viento y el llanto. Es la impureza y la piedad, el alimento de los cuerpos abandonados por la esperanza.
Leer más »Hablan los manantiales en la noche, hablan en los imanes del silencio
Hablan los manantiales en la noche, hablan en los imanes del silencio. Siento la suavidad de las palabras olvidadas.
Leer más »He envejecido dentro de tus ojos
He envejecido dentro de tus ojos; eras la dulzura y el exterminio y yo amé tu cuerpo en sus frutos nocturnos. Tu inocencia es como un cuchillo delante de mi rostro, pero tú pesas en mi corazón y, como una miel oscura, yo te siento en mis labios al ir …
Leer más »La obscenidad entró en mis huesos
La obscenidad entró en mis huesos y, más tarde, aquel aceite sigiloso, el que prepara el corazón. Ahora vendrán los días de las grandes milongas.
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