[Rescatamos este precioso cuaderno de pinturas, acompañadas de versos de Gamoneda, con el que el pintor leonés Manuel Jular quiso rendir en 2007 su personal homenaje al amigo con quien compartió un tiempo de juventud, Jular nos hizo llegar este cuaderno el 31 de diciembre de 2007 al viejo y desaparecido Faro Gamoneda y hemos conseguido recuperarlo:]
León, 2007
— — —
Sé paciente en tus uñas,
ah cadáver que duermes esta noche
en mis párpados,
ten salud, ten piedad;
ah, sé hábil, habita suavemente la sombra,
calla en mis labios, entra en mis anillos.
— — —
El comedor de las viudas
Ves pasar el invierno y, en las habitaciones cóncavas,
bajo los grandes decimales, suda la plata funeraria.
Ah las cucharas: ésa es tu audición
cuando el azúcar hierve,
ah las cucharas en el corazón seducido
por las alondras de la muerte.
— — —
Hierves en la erección, dama amarilla,
y éstas son aguas preteridas, líquidos invernales.
Dama en mi corazón cuya luz me envejece;
eres la obscenidad y la esperanza.
— — —
Edad, edad,
tus venenosos líquidos.
Edad, edad,
tus animales blancos.
— — —
Tango de la eternidad
Ávida vena, dame tu cordel.
Quien tiene miedo quiere entrar en ti,
víspera negra. Y en los patios canta
tonta, la eternidad.
Este verano,
no dejes de venir, ávida vena,
dios sin semilla, paz sin esperanza.
— — —
Ventana húmeda
Esta es una ciudad desconocida
y llueve sin esperanza.
No hay memoria ni olvido
y el error es la única existencia.
¿Quién me ama
en esta ciudad desconocida?
— — —
Aviso negro
Nada se esconde al gavilán inmóvil;
arden sus ojos amarillos
y esta es su narración: aguas enfermas,
mendicidad de rostros invisibles.
No hagas incesto en los armarios; guárdate:
albergan asma, atribución, espíritus,
quizá días y alas desesperadas.
Siéntate ya a contemplar la muerte.
— — —
Aviso negro
Nada se esconde al gavilán inmóvil;
arden sus ojos amarillos
y esta es su narración: aguas enfermas,
mendicidad de rostros invisibles.
No hagas incesto en los armarios; guárdate:
albergan asma, atribución, espíritus,
quizá días y alas desesperadas.
Siéntate ya a contemplar la muerte.
— — —
Tango de la misericordia
Es la última lana de mi vida;
hay azúcar, amor, hay vigilantes
en las arrugas de mi corazón
y aún eres pobre dulcemente en mí.
— — —
Llegan los números
En tus dos lenguas hoy estuve triste,
en la que habla de misericordia
y en la que arde ilícita.
En dos alambres puse mi esperanza.
Estoy viendo dos muertes en mi vida.
— — —
Relación del prostíbulo
Vi la solicitud de las ancianas
y sus agujas; las tinieblas
y la humedad de sus medallas.
Era jueves sin padre, jueves sólo.
No había nadie en el espejo. Vi
cánulas y, tras el crepúsculo,
a las gallinas en la eternidad.
Dios se cansó de la tristeza
y no quiso existir. Aquella tarde
fue la única tarde de mi vida.
— — —
Soy el que ya comienza a no existir
y el que solloza todavía.
Es horrible ser dos inútilmente.
— — —
Los inocentes son seducidos en los patios
y las vecinas hablan
de la resurrección de la carne.
Mis hijas lloran en sus manos y su llanto es verde.
¿Qué día es este que no acaba?
— — —
Ah vejez sin honor. Y los adverbios
depositándose en mi alma.
(Lágrimas en los vasos prohibidos,
mariposas ávidas).
Sé de la furia del pastor, viene apartando ramas
y ya es de noche.
Los adverbios
están cansados en mi alma.
— — —
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