Mi rostro hierve en las manos del escultor ciego.
En la pureza de los patios inmóviles él piensa dulcemente en los suicidas; está creando la vejez: ayer y hoy son ya el mismo día en mi corazón.
Mi rostro hierve en las manos del escultor ciego.
En la pureza de los patios inmóviles él piensa dulcemente en los suicidas; está creando la vejez: ayer y hoy son ya el mismo día en mi corazón.